Durante una semana al año, los pueblos de Caminos de Pasión recrean el nacimiento, la vida, pasión y muerte de Cristo y cada uno lo hace a su manera para desplegar toda la riqueza artística de sus imágenes, la calidad de sus composiciones musicales o la peculiaridad de sus costumbres más arraigadas.
Durante tu visita, descubrirás las joyas de la imaginería de Carmona, entre ellas el Señor de la Amargura, la pieza más antigua que procesiona en la Semana Santa andaluza.
Te sorprenderá la singularidad de La Mananta, como se conoce esta fiesta en Puente Genil y que tiene en sus tradicionales figuras (los hermanos de las denominadas corporaciones bíblicas dan vida a diferentes personajes para recrear teatralmente diferentes pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento) uno de sus mayores atractivos.
En Baena, te cautivará el sonido de los tambores artesanales de las turbas de judíos, coliblancos y colinegros que acompañan a las cofradías en su recorrido luciendo sus históricas vestimentas.
El sonido, esta vez el de las trompetas alargadas o abejorros, es también protagonista de la Semana Santa de Cabra, de la que forman parte 29 hermandades.
El barroquismo en Écija, donde destacan imágenes como las del Cristo de la Salud (1500), el Cristo de la Yedra (talla de 1630 atribuida a Juan de Mesa) o el Cristo de la Expiración, talla del siglo XVII de Pedro Roldán
En Alcalá la Real, cuna de escultores como Pablo de Rojas y Juan Martínez Montañés, religiosidad y algarabía popular se funden en los conocidos como pasos mímicos escenificados con los que los denominados pregoneros llenan de vida cada plaza y cada calle.
La santería, la particular manera en que se portan los tronos, es la principal seña de identidad de la Semana Santa de Lucena, donde el sonido del Torralbo (un toque especial de corneta) anuncia el paso de las procesiones.
Hasta Osuna te llevará la necesidad de contemplar en la calle obras de Juan de Mesa o Vicente de Tena, que procesionan al estilo ursaonés, reflejo de la influencia que en la Semana Santa del municipio han ejercido el contacto con el occidente y el oriente andaluz.
O el valioso crisol de lo antiguo y lo nuevo de Utrera, que sorprende por la espectacularidad de los pasos, el fervor y la fe que de forma espontánea manifiestan sus vecinos en momentos, como ocurre en la Madrugá del Viernes Santo cuando los gitanos cantando por alboreás a su hermandad.
Este recorrido concluye con la solemnidad con la que las hermandades de Priego de Córdoba viven la pasión de Cristo y que contrasta con la explosión popular que cada Viernes Santo lleva a miles de persona a subir al monte del Calvario a su Nazareno.